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junio 1, 2025

Argentina prueba motores de cohete impresos en 3D y consolida su presencia en la industria espacial

La empresa estatal VENG, especializada en tecnología aeroespacial, realizó con éxito las pruebas del motor MT-B, una pieza clave en el proyecto argentino de lanzadores satelitales. Fabricado en su totalidad en el país e impreso parcialmente con tecnología 3D, el motor fue ensayado en el Centro Espacial Teófilo Tabanera, en Córdoba.

El MT-B es un motor a ciclo abierto alimentado con queroseno y oxígeno líquido, que logró un empuje de 4,1 toneladas. Forma parte del programa ISCUL (Inyector Satelital para Cargas Útiles Livianas), impulsado por la CONAE (Comisión Nacional de Actividades Espaciales), y está pensado para ser utilizado en la segunda etapa de vuelo.

Más allá del desempeño técnico, lo innovador del MT-B está en cómo fue hecho: sus piezas, incluidas las turbobombas, fueron en gran parte impresas en 3D utilizando aleaciones avanzadas, una técnica que reduce costos, tiempos y riesgos de fabricación. Según Pablo Reimonte, responsable de propulsores en VENG, el diseño y construcción integral del motor en territorio nacional otorga a la Argentina un “know how diferencial” en un rubro dominado por pocas potencias.

Además del motor, el proyecto argentino avanza en otras áreas críticas como los tanques de combustible, fabricados con soldadura por fricción (tecnología de alta precisión que solo está disponible en la planta de VENG en América Latina), y la aviónica, donde también se han logrado desarrollos importantes.

En un mercado espacial cada vez más competitivo, donde las empresas privadas buscan componentes accesibles y confiables, el MT-B representa un producto con proyección comercial internacional. “Cuando lo terminemos va a ser un orgullo para el país”, aseguró Reimonte. De hecho, VENG ya recibe consultas de empresas que podrían adquirir motores o partes como válvulas, turbobombas o sistemas de control.

El objetivo ahora es completar los ensayos de la turbobomba antes de fin de año y avanzar en la calificación total del motor, que podría alcanzar un TRL 6 (nivel de madurez tecnológica que permite vuelos de prueba). Además, el equipo trabaja en el desarrollo de un motor más potente de 30 toneladas de empuje, destinado a lanzadores de mayor capacidad.

A diferencia del enfoque clásico de un único motor de gran potencia, el proyecto argentino se alinea con la nueva filosofía multimotor, que permite reducir costos y aumentar la flexibilidad. Incluso se proyecta el desarrollo de mecanismos de recuperación como los que utilizan compañías como SpaceX, con reencendido de motores en descenso.

Aunque la tecnología de cohetes tiene usos duales (civiles y militares), VENG y la CONAE operan bajo estrictos marcos internacionales de control. Argentina ha suscrito tratados que garantizan el uso pacífico del espacio, y recibe inspecciones periódicas para verificar el cumplimiento.

Con estos avances, la Argentina se posiciona entre los pocos países del mundo capaces de diseñar y construir sus propios motores para acceso al espacio. Un hito que combina soberanía tecnológica, ciencia aplicada y visión estratégica.