En una sesión con más de una sorpresa, la Cámara de Diputados aprobó por amplia mayoría un paquete de medidas que eleva las jubilaciones, incrementa el bono para los haberes mínimos y extiende la moratoria previsional. La votación no dejó dudas: 160 votos positivos en total entre los distintos artículos, con apoyos desde el peronismo, el radicalismo y algunos bloques federales. Una mayoría que, al menos por unas horas, le devolvió a los jubilados algo de aire. O una ilusión.
El proyecto establece un aumento del 7,2% en las jubilaciones y sube el bono mensual de 70.000 a 110.000 pesos, cubriendo así una parte de lo que la nueva fórmula oficial dejó sin actualizar. También repone por dos años la moratoria previsional, esa herramienta que permite jubilarse a quienes no llegaron con los aportes completos, una deuda que el mercado laboral informal argentino arrastra desde hace décadas.
Pero antes de que alguien empiece a hacer cuentas o imaginar una mejora real en su ingreso mensual, el propio presidente Javier Milei ya se encargó de enfriar los ánimos. A través de sus redes sociales, advirtió que vetará cualquier ley que «atente contra el déficit cero». Para el Ejecutivo, el proyecto opositor es demagogia fiscal disfrazada de solidaridad. Para los votantes, una señal más de que el ajuste, al parecer, no toca fondo.
Desde el oficialismo repiten que no hay financiamiento para esta medida. Que es irresponsable. Que si pasa por el Senado, igual será vetada. Y mientras tanto, afuera del Congreso, miles de personas —jubilados, docentes, científicos, personas con discapacidad, trabajadores y trabajadoras— salieron a la calle a ponerle cuerpo a lo que en el recinto se discutía en porcentajes.
En una escena poco habitual, esas distintas demandas sociales confluyeron en una misma protesta, como si todas las cuentas pendientes del país hubieran decidido caminar juntas ese día. La coincidencia con el aniversario del “Ni Una Menos” le sumó carga simbólica a una jornada donde el reclamo fue tan heterogéneo como contundente.

El texto ahora debe pasar al Senado. Si se aprueba y Milei lo veta, el Congreso puede insistir con una mayoría especial. Pero reunir dos tercios en ambas cámaras no es tarea sencilla. Por lo tanto, todo indica que la historia puede terminar en un déjà vu institucional: el Congreso legisla, el Presidente veta, y la realidad sigue corriendo por otro carril.
Por ahora, los jubilados siguen esperando. No por un aumento, sino por una decisión política que no los deje, una vez más, del lado del ajuste.