Durante las celebraciones de Pascua, es común ver huevos decorados y conejos de chocolate en vidrieras, mesas familiares y canastas infantiles. Aunque para muchos son simplemente símbolos festivos, lo cierto es que estas tradiciones tienen orígenes antiguos y curiosos que mezclan costumbres paganas, creencias religiosas y adaptaciones culturales.
Los huevos: símbolo de vida y renacimiento
La costumbre de regalar huevos en primavera se remonta a civilizaciones antiguas, como la egipcia, la persa y la romana. Estas culturas consideraban al huevo como un símbolo de fertilidad, vida nueva y renovación, especialmente asociado al cambio de estación.
Con la llegada del cristianismo, el huevo fue resignificado como símbolo de la resurrección de Cristo, representando la vida que surge después de la muerte. En la Edad Media, durante la Cuaresma, los fieles debían abstenerse de comer carne y también huevos. Al llegar el Domingo de Pascua, se rompía ese ayuno, y los huevos se volvían protagonistas de los festejos.
Con el tiempo, surgió la costumbre de pintar huevos y regalarlos. Más adelante, en Europa, se comenzaron a fabricar huevos de chocolate, tradición que se expandió por todo el mundo y se volvió especialmente popular en países como Argentina.
El conejo de Pascua: leyenda y fertilidad
El conejo de Pascua tiene su origen en tradiciones germánicas. En la antigüedad, el conejo estaba asociado a Ostara o Eostre, una diosa pagana de la primavera y la fertilidad. Esta figura fue adoptada por algunas culturas cristianas de Europa, y con el paso de los siglos, dio origen a la leyenda del “conejo de Pascua”, un personaje mágico que trae huevos decorados a los niños durante la noche.
La tradición fue llevada a América por inmigrantes alemanes en el siglo XVIII, y desde entonces se difundió en gran parte del mundo, especialmente a través del marketing, la industria del chocolate y la cultura popular.

Una tradición que evoluciona
Hoy en día, tanto los huevos como los conejos de Pascua son parte del folclore festivo más allá de lo religioso. Representan alegría, niñez y momentos de encuentro familiar. En Argentina, las panaderías se llenan de roscas decoradas con huevos de chocolate, y muchas familias organizan búsquedas de huevos para los más chicos.
Aunque sus orígenes se remontan a tiempos lejanos, estas costumbres siguen vivas y se reinventan año tras año, manteniendo el espíritu de renovación y celebración que caracteriza a la Pascua.