En la tarde del 16 de junio de 2025, un ataque aéreo israelí impactó el complejo de la Islamic Republic of Iran Broadcasting (IRIB) en Teherán justo cuando se llevaba adelante una transmisión en vivo; el estruendo cortó la señal y obligó a los presentadores a abandonar el estudio entre polvo y escombros. Si bien la estructura sufrió daños, el sistema de transmisión volvió a funcionar tras una interrupción temporal.
Al menos tres personas, entre ellas el periodista Nima Rajabpour y la administrativa Masoumeh Azimi, murieron en el bombardeo que alcanzó oficinas y estudios de la televisión estatal; varios trabajadores resultaron heridos al desplomarse partes de la cobertura externa del edificio. Antes de la operación, las Fuerzas de Defensa de Israel habían advertido a los civiles de la zona para que evacuaran el Distrito 3 de Teherán, donde se ubica la sede de IRIB.
El ministro de Defensa israelí, Israel Katz, justificó la ofensiva al describir a IRIB como “instrumento de propaganda e incitación” del régimen iraní y parte de sus “operaciones militares encubiertas”. Desde Jerusalén, el primer ministro Benjamin Netanyahu afirmó que el bombardeo forma parte de una campaña más amplia para “disminuir la capacidad nuclear y militar de Teherán” y que contrarrestar esos objetivos es “una obligación estratégica” de Israel.
En Teherán, la respuesta oficial llegó a través de la vocería del Ministerio de Exteriores, que condenó el ataque como “un crimen contra la libertad de prensa” y advirtió que reforzará su capacidad defensiva en toda la capital; días antes Irán había derribado un caza F-35 israelí en un incidente relacionado con la misma escalada de hostilidades. Por su parte, organizaciones de derechos humanos internacionales han reclamado una investigación sobre posibles violaciones al derecho internacional humanitario al atacar un objetivo mediático.
Este golpe a la señal del canal estatal —una de las pocas ventanas oficiales al exterior que controla Teherán— marca un nuevo nivel de tensión entre Israel e Irán y plantea un dilema sobre hasta dónde se puede llegar en la guerra de la información y la propaganda. Con decenas de muertos en ambos bandos desde el inicio de los enfrentamientos y un clima regional al borde de un conflicto más amplio, el bombardeo a la televisión pública iraní deja claro que la lucha por narrar la verdad también es un frente de batalla.