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junio 17, 2025

Dos diputados argentinos permanecen atrapados en Tel Aviv

Sucede en medio de los bombardeos iraníes sobre Israel, mientras el gobierno nacional no logra articular un operativo claro de evacuación. Maximiliano Ferraro, de la Coalición Cívica, y Damián Arabia, del PRO, viajaron al país en conflicto invitados por la embajada israelí, en pleno alineamiento del presidente Javier Milei con el gobierno de Benjamin Netanyahu. El viaje, de por sí controversial por su oportunidad y su simbología política, terminó exponiendo la vulnerabilidad de los legisladores argentinos ante una escalada militar previsible y advertida por múltiples actores diplomáticos.

Ambos diputados se encuentran alojados en un hotel de Tel Aviv que desde el sábado pasado funciona como refugio para evacuados de los barrios bombardeados. Según Ferraro, ya atravesaron una docena de alertas antiaéreas en apenas cuatro días, y han tenido que resguardarse en repetidas ocasiones en los refugios subterráneos del edificio. El diputado relató que la señal de alerta llega primero al celular y que, luego del estruendo de los misiles, se espera una nueva notificación para poder salir del resguardo. Convivir con familias evacuadas y sentir los misiles caer cerca fue, según sus palabras, una experiencia profundamente angustiante.

Sin embargo, lo más grave no es solo la situación personal de los legisladores, sino el contexto que la generó. La falta de previsión por parte de la Cancillería argentina frente a un viaje de alto riesgo geopolítico, y la escasa capacidad de reacción para brindar asistencia efectiva, deja en evidencia una política exterior que, más que cuidar a los ciudadanos argentinos, busca afirmarse en gestos ideológicos de alto costo diplomático. El traslado de la embajada argentina a Jerusalén, anunciado por Milei pese a que había prometido lo contrario en el Senado, no solo tensó la relación con los países árabes, sino que agravó la exposición de Argentina en el actual conflicto.

Mientras se especula con posibles rutas de evacuación por tierra hacia Jordania o Egipto, o incluso por mar hacia Chipre, los legisladores siguen sin tener certezas. Este nivel de improvisación es inadmisible en un escenario de guerra abierta. Mientras tanto, en el plano internacional, el presidente estadounidense Donald Trump deslizó que Estados Unidos podría involucrarse más directamente en el conflicto, aunque por ahora solo brinda apoyo defensivo a Israel. También reveló conversaciones con Vladimir Putin, sugiriendo que Rusia podría tener un rol de mediación, lo que refleja la fragilidad del tablero diplomático en el que la Argentina eligió jugar sin respaldo, sin alianzas regionales claras y en un escenario de máxima tensión.

El caso de Ferraro y Arabia no es un incidente menor ni aislado. Es la expresión concreta del precio que puede pagar un país cuando abandona una política exterior equilibrada y se lanza a una lógica de alineamiento absoluto con una potencia en guerra. La Argentina queda, así, en una posición de riesgo diplomático, comercial y humano, con ciudadanos varados, embajadas en alerta y aliados históricos que podrían retirarle el apoyo en foros claves como el reclamo por las Malvinas.