La inflación de mayo en Argentina pinchó finalmente el umbral del 2% y quedó en 1,5%, según el INDEC, marcando su registro mensual más bajo desde mayo de 2020, en pleno confinamiento por la pandemia. Tras el 2,8% de abril, el dato sorprendió incluso por debajo del 2,1% que esperaba el mercado, un alivio para el bolsillo aunque insuficiente para zanjar el descontento social.
La explicación llega por varios flancos. En primer lugar, los alimentos desaceleraron de manera notable: la división “Alimentos y bebidas no alcohólicas” subió apenas 0,5%, con verduras que cayeron un 8% y frutas un 2%. Por su parte, la menor volatilidad cambiaria —el dólar oficial avanzó solo un 1,5% durante mayo— y la baja de combustibles (–4%, corregida luego por un pequeño ajuste en biocombustibles) aportaron oxígeno al índice. A esto se sumó el “factor Hot Sale”: la masiva compra online postergó consumos y moderó precios en el corto plazo.
Sin embargo, no todos los precios respondieron igual. Comunicación fue la división que más creció, con un alza del 4,1% por los aumentos en tarifas de telefonía e internet; le siguieron Restaurantes y hoteles, con un 3% de incremento. En contraste, Transporte se mantuvo casi plano (0,4%) y los servicios regulados crecieron solo 1,3%, mientras que los precios estacionales retrocedieron un 2,7%.
Para la economista de EcoGo Rocío Bisang, “la relativa estabilidad del tipo de cambio, ayudada por la intervención en el mercado de futuros y un contexto político relativamente calmo tras las elecciones de la Ciudad, fue clave para esta desaceleración. Pero la demanda no está todavía activa: los salarios y el empleo siguen complicados”. Una lectura similar propone Claudio Caprarulo, de Analytica, quien subraya la brecha entre bienes (0,9%) y servicios (2,7%), donde los alquileres, prepagas y restaurantes siguen pisando fuerte.
El acumulado en lo que va del año trepó al 13,3% y la variación interanual se redujo a 43,5%, un nivel no visto desde marzo de 2021. Aun así, para buena parte de la población vulnerable esos porcentajes se traducen en un puñetazo al bolsillo: la Canasta Básica Alimentaria cayó un 0,4%, pero sigue aún muy por encima de los ingresos medios.
En la Casa Rosada se respiró alivio. El secretario de Finanzas, Pablo Quirno, aseguró que “todo va según lo planificado”, mientras que el presidente Javier Milei insistió en que la inflación es “un fenómeno monetario por exceso de oferta de dinero”, atribuyendo los logros a la ortodoxia de su programa económico. Desde la Fundación Libertad y Progreso, Eugenio Marí arriesgó que en junio podría caer aún más y que hacia fin de año el IPC ronde el 1% mensual.
Ahora, tras el brindis oficial, el desafío es consolidar esta tendencia sin descuidar el pulso social ni la actividad económica: junio aparece en el horizonte con proyecciones que oscilan entre 1,4% y 1,8%, un terreno donde la política de tarifas, el tipo de cambio y el próximo pulso salarial jugarán un papel decisivo.