Este domingo 8 de junio, Misiones fue a las urnas para renovar parte de su Legislatura. Sin embargo, más de cuatro de cada diez electores decidieron no hacerlo. La participación fue del 57,45 % del padrón, una cifra que confirma una tendencia preocupante: el voto sigue perdiendo peso entre una ciudadanía cada vez más descreída.
La jornada transcurrió sin conflictos. En localidades como Leandro N. Alem, Eldorado y Oberá se superó el 60 % de asistencia, mientras que en otras, como San Pedro o Bernardo de Irigoyen, la participación no pasó del 52 %. Aun con esa desigualdad, el termómetro general marcó tibieza.
En ese escenario, el Frente Renovador de la Concordia —espacio político misionero con impronta local— se perfila como el claro ganador de la jornada. Las primeras mesas testigo lo ubican en ventaja cómoda frente a las demás fuerzas. Desde su búnker hablan de tranquilidad y de consolidación. No hay euforia, pero sí confianza: el objetivo es sostener la mayoría en la Cámara, y todo indica que lo lograrán.
La Libertad Avanza, con cierto empuje discursivo a nivel nacional, no logró romper el piso misionero. Su crecimiento es visible, pero aún no alcanza para disputar con los que vienen caminando la provincia hace décadas. El resto de los espacios, con menos estructura y visibilidad, quedó lejos.
Se pusieron en juego 20 bancas. El oficialismo provincial aspira a quedarse con al menos 11 para sostener su control legislativo. Los números preliminares lo favorecen.
Pero más allá de los resultados, la gran señal la dio la ausencia: cientos de miles de misioneros y misioneras optaron por no participar. El dato duele porque habla de un vínculo roto, o al menos debilitado, entre la gente y las instituciones. Una señal que ningún partido —gane o pierda— debería ignorar.
Los resultados oficiales se publicarán esta noche en el sitio del Tribunal Electoral. La política, mientras tanto, sigue tomando nota.