En la apertura de Agroactiva, la exposición agroindustrial a cielo abierto más importante del país, el gobernador de Santa Fe, Maximiliano Pullaro, lanzó una crítica frontal al modelo económico impulsado por el presidente Javier Milei y su ministro de Economía, Luis «Toto» Caputo. En un discurso sin eufemismos, el mandatario provincial advirtió que “la Argentina no saldrá adelante con capital financiero ni criptomonedas, sino produciendo más, cuidando mercados y encontrando nuevos”.
El mensaje no fue casual ni meramente discursivo: se dio en el epicentro productivo del país, frente a miles de productores, empresarios y representantes de la industria que, lejos del entusiasmo que pregona el oficialismo nacional, sienten el impacto directo de un modelo centrado en la especulación financiera, el ajuste fiscal y la apertura irrestricta de las importaciones.
Pullaro apuntó sin rodeos contra la decisión del gobierno de Milei de habilitar el ingreso de maquinaria agrícola usada, una medida que pone en jaque a una industria nacional consolidada, con fuerte presencia en el interior santafesino y que genera miles de empleos en pueblos que dependen, en gran parte, del entramado productivo agroindustrial. “Queremos mostrar que hay un camino posible si apostamos al sistema productivo y al trabajo. Ahí va a estar siempre Santa Fe, al lado del campo y la industria”, afirmó.
El gobernador insistió además en la necesidad de recuperar la obra pública, frenar el vaciamiento de áreas estratégicas como el INTA y atender los reclamos estructurales del sector agropecuario e industrial. “Esta articulación entre el Estado y el sector privado puede engrandecer nuestra región”, subrayó, diferenciándose de una gestión nacional que parece despreciar cualquier forma de política pública que no responda al dogma del “déficit cero”.
Por su parte, el ministro de Producción de Santa Fe, Gustavo Puccini, sumó otro argumento contra la lógica económica de Caputo. “No alcanza con estabilidad y superávit fiscal —que acompañamos—. Falta un contrato productivo. Eso es lo que estamos haciendo con el campo, la industria, los comercios, nuestros puertos, aeropuertos, ciencia, tecnología y logística”, planteó, aludiendo al vacío que deja el gobierno nacional en áreas claves del desarrollo.
La tensión entre el discurso libertario de Milei y las necesidades concretas de las economías regionales se agudizó esta semana con las declaraciones de Federico Sturzenegger, cerebro del plan de desguace del Estado, quien puso en la mira al INTA, el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria. “¿Qué hace el INTA?”, se preguntó con ironía, cuestionando incluso la cantidad de vehículos que utiliza el organismo. Según él, “necesita un rediseño integral”.
La respuesta del sector productivo no tardó en llegar. Entidades del campo, asociaciones de productores y la Bolsa de Comercio de Rosario salieron a desmentir los dichos de Sturzenegger y defendieron el rol clave del INTA en el desarrollo de nuevas tecnologías aplicadas al agro, mejoramiento genético, sostenibilidad y acceso al conocimiento para pequeños y medianos productores.
Lejos del relato que celebra “la motosierra” como sinónimo de eficiencia, lo que se observa en los territorios es preocupación: por la caída de la demanda, la falta de incentivos, la desprotección ante productos importados, la paralización de obras estratégicas y la desvalorización de instituciones científicas y técnicas que han sostenido, durante décadas, los pilares de la productividad argentina.
La confrontación entre el modelo financiero y especulativo del gobierno nacional y el reclamo por una economía real, basada en el trabajo y la producción, ya no se da en los editoriales o en el Congreso, sino en el corazón del país productivo. Pullaro, radical, gobernador y defensor de un modelo federal con identidad propia, eligió decirlo en voz alta. Y el eco se empieza a escuchar.