El regreso de Miguel Ángel Russo a Boca no solo implica el retorno de un técnico con historia. También parece marcar el inicio de una etapa de depuración profunda, como si el vestuario necesitara más que una renovación táctica: una limpieza estructural.
La vuelta de Russo, por tercera vez al banco xeneize, llega con el impulso del mercado de pases abierto por la participación en el Mundial de Clubes. En ese contexto, el DT ya habría elevado una premisa clara: achicar el plantel y cortar con los nombres que no aportan ni en cancha ni en el vestuario.
Entre los apuntados, hay varios pesos pesados:
- Luis Advíncula, relegado por el buen momento de Lucas Blondel.
- Sergio Romero, sin lugar tras la llegada de Marchesín y el crecimiento de Brey.
- Marcelo Saracchi, con rendimiento irregular y sin banca popular.
A ellos se suman jugadores que ya venían al margen como Cristian Lema, que podría volver a Belgrano, Frank Fabra, de ciclo agotado, y Esteban Rolón, que prácticamente no sumó minutos desde su regreso.
En ataque, Lucas Janson es otro que tendría la puerta de salida abierta si llega un delantero. Lo mismo corre para Agustín Martegani, quien no logró afirmarse y quedaría prescindible si aparece una alternativa confiable en su rol.
Un vestuario dividido y bajo observación
En paralelo, hay señales claras de que el nuevo ciclo buscará cortar con ciertas internas y desgastes silenciosos. Marcos Rojo, emblema de los últimos años, quedó expuesto por su comportamiento dentro y fuera de la cancha. Aunque Russo lo conoce bien —fue quien lo trajo—, el defensor de 35 años tiene contrato hasta diciembre y su continuidad más allá de esa fecha es, hoy, una incógnita con signo de interrogación grande.
Desde adentro del club ya se habla de «gente no tan positiva en el vestuario», frase que se desliza en off pero apunta a los referentes que no supieron ser líderes en tiempos turbulentos.
Boca necesita más que refuerzos
El «nuevo Boca» de Russo no puede construirse solo con fichajes: necesita cirugía interna, cortar lastre y volver a enfocarse en lo deportivo. La identidad perdida no se recupera con nombres; se recupera con decisiones. Y si este ciclo quiere diferenciarse, la primera muestra clara será quiénes se quedan… y quiénes se van.