Platense escribió este domingo la página más gloriosa de su centenaria historia. En el estadio Madre de Ciudades de Santiago del Estero, con un gol del cordobés Guido Mainero, derrotó 1-0 a Huracán y se coronó campeón del Torneo Apertura 2025 de la Liga Profesional. Fue su primer título oficial en el ámbito de AFA. Y no fue casualidad. Fue carácter, táctica y una convicción inquebrantable.
La historia dirá que a los 18 minutos del segundo tiempo, un derechazo certero de Mainero —formado en Instituto de Córdoba— le dio al “Calamar” un triunfo que vale oro. Pero lo que realmente quedará en la memoria del fútbol argentino es el recorrido: Platense venía de quedar sexto en su zona, y en la fase final no se achicó. Al contrario, se agrandó. Eliminó consecutivamente a Racing, River y San Lorenzo. No fue campeón por accidente: fue campeón a lo grande.
La dupla técnica de Favio Orsi y Sergio Gómez armó un equipo práctico, sólido, incómodo. Un equipo que dejó de mirar el promedio para mirar el podio. Un conjunto que encontró su identidad cuando parecía condenado a otra lucha. En esta metamorfosis, Platense pasó de ser un “fantasma del descenso” a convertirse en la peor pesadilla de los grandes.
El premio no es solo simbólico. Con el título, Platense se lleva medio millón de dólares, el boleto directo a la Copa Libertadores 2026 (que asegura un ingreso mínimo de seis millones de dólares), y también un lugar en la Supercopa Argentina y el Trofeo de Campeones. Un salto de escala, deportivo y económico.
En tiempos donde el fútbol argentino suele ser monopolio de unos pocos, lo de Platense es una ráfaga de aire fresco. Porque cuando gana el que nadie esperaba, el fútbol recupera su magia. Porque en este torneo que parecía reservado para los poderosos, ganó el que nunca se rindió. Platense es campeón. Y lo logró como se consiguen las gestas grandes: con esfuerzo, con humildad… y con un gol cordobés que ya es eterno.