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mayo 30, 2025

Retrato de una generación en crisis

Soledad, aislamiento e hiperconectividad: el mundo adolescente resulta cada vez más ajeno para los adultos, que no entienden ni saben cómo acompañar a sus hijos. Una mirada a sus códigos, conflictos y lenguajes.

Adolescencia, Atrapados, Malas influencias, y la lista sigue. En los últimos meses, las series y los programas enfocados en problemáticas –a priori– juveniles pusieron sobre la mesa un sinfín de planteos e inquietudes. Resurgieron con fuerza debates y categorías que buscan explicar qué sucede con las nuevas generaciones de adolescentes y/o con las nuevas generaciones de padres, madres y tutores frente a ellos.

El impacto de Adolescencia ha sido tal que pocos días después de su estreno ya había instalado discusiones enérgicas acerca de los peligros del mundo virtual sobre los más jóvenes. Pero, ¿qué vino a decir, o sobre qué vino a alertar, la serie británica? ¿Por qué generó tanta conmoción? ¿Qué hay de la paradoja de la soledad y el aislamiento en la era de la hiperconectividad? ¿Se los habrá dejado solos, no se sabrá cómo acompañarlos, o será que la confusión alcanzó también a la población adulta?

«La dificultad de la construcción de identidad»

​​​​​​​Alicia Stolkiner, psicóloga especializada en Salud Pública, asegura que «en una sociedad altamente fragmentada es difícil decir un universal de cuáles son las problemáticas de adolescentes y/o jóvenes hoy, pero claramente si se tuviera que hablar de una base común sería la dificultad en términos de la construcción de identidad». Esa dificultad, agrega, «aparece tanto respecto de modelos identificatorios adultos como respecto de la propia imagen y su relación consigo mismos y con los otros». En cuanto a los tiempos que corren, considera que «la fragilización de instituciones fundamentales, como familia y escuela, el habitar un mundo que atraviesa una transformación acelerada, la experiencia de la pandemia y sus huellas, así como una exaltación social de lo individual y competitivo no son un entorno adecuado para que en esa etapa de la vida el sufrimiento subjetivo no se manifieste de múltiples maneras según las trayectorias singulares».

​​​​​​​Por su parte, Marina Larrondo, socióloga, magíster en Educación e investigadora del Conicet, observa que «en los últimos tiempos se han acentuado las dificultades de los adolescentes a seguir ciertas pautas de orden, atención, conducta y asistencia. También han aumentado las problemáticas vinculadas con la salud mental, que no son problemáticas puramente juveniles, sino que están vinculadas a la situación social».

​​​​​​​«Una bomba en la subjetividad»

​​​​​​​Frente al rol de las personas adultas en lo que hace a la hiperconectividad y la radicalización digital, la postura de Larrondo es clara: «No hay presencia ni buena compañía que pueda contrarrestar el daño que producen en el desarrollo del cerebro determinadas redes y plataformas que trabajan con la rapidez, el estímulo y la generación de un aumento de dopamina constante». Ante esta situación, «no alcanza con hablar con ellos, estar cerca y acompañar. Estamos subestimando los estímulos que reciben y los contenidos que ven nuestros hijos. De ninguna manera un cerebro de nueve años puede procesar material porno, gore, imágenes de asesinatos o de guerras». Muchas de estas imágenes, advierte, «son una bomba en la subjetividad; hay que sacarlos de ahí».

​​​​​​​Larrondo sostiene que no es productivo hablar de culpas. Prefiere hablar de causalidades. Y en esas causalidades propone analizar cómo se vincula el mundo adulto con la tecnología. «Quizás seamos la primera generación de padres y madres que estamos, nosotros también, con un consumo problemático de la tecnología. Puede ser que hayamos dejado a los chicos un poco solos, que los hayamos sacado de los peligros de la calle y los hayamos encerrado en la calle online, con todos sus peligros», nota.

​​​​​​​La serie en debate

​​​​​​​«He conocido situaciones no tan alejadas de lo que narra la serie. Ana Freud decía: “Los niños deben mantenerse alejados de los horrores de la guerra, no porque la crueldad les sea ajena, sino por todo lo contrario”. Si tomamos metafóricamente el término “guerra”, debemos preguntarnos si hemos mantenido a estas generaciones alejadas de los horrores del sufrimiento de una parte de la sociedad frente a discursos que reniegan de la responsabilidad social ante el desamparo, de discursos que naturalizan la crueldad», reflexiona Stolkiner.

​​​​​​​Por su parte, Larrondo marca un paralelismo entre algunos de los temas que aborda la ficción y las realidades complejas con las que conviven los adolescentes: «Adolescencia habla de crisis de identidad, la mirada de los otros, las masculinidades, el mercado y la vida material, la deconstrucción de género y los roles, el feminismo, los mandatos del patriarcado, el miedo a no pertenecer».

​​​​​​​Para concluir, Stolkiner asegura que «hoy los adultos comparten algo con muchos jóvenes: los apena el presente y el futuro. Que en la vejez cueste la elaboración del futuro es un paso necesario que solo se compensa con una alta valoración de cada momento presente, si eso es posible; que a los jóvenes les pese tanto el futuro es lamentable».

Fuente: Revista Accion – Por Bárbara Schijman