Resistencia Cargando temperatura...
mayo 29, 2025

Entre la licitación de Caputo, la alerta global por Japón y una economía doméstica al límite

La jornada de este miércoles expone, en distintos frentes, la fragilidad de los equilibrios económico-financieros tanto a nivel global como local. En Argentina, el Gobierno se juega una licitación clave con la expectativa de captar al menos US$ 1.000 millones mediante un bono en pesos, mientras en el plano internacional la situación de Japón vuelve a encender luces de alerta sobre la sostenibilidad de las deudas soberanas. En simultáneo, en el frente doméstico, se consolida una postal preocupante: familias que se endeudan para comprar alimentos y marcas que aplican descuentos extremos para sostener ventas en un mercado deprimido.

El Ministerio de Economía, conducido por Luis Caputo, lanza hoy un instrumento de financiamiento particular: un título a cinco años, en pesos, pero que deberá ser suscripto con dólares. No contará con cobertura cambiaria, lo que implica que los inversores asumirán riesgo político y económico en una operatoria que, para muchos, representa más una necesidad fiscal urgente que una estrategia financiera robusta.

El objetivo inmediato es evitar el pedido de un nuevo waiver al FMI, a 60 días del último entendimiento. Pero el trasfondo es más profundo: el Gobierno necesita mostrar capacidad de financiamiento voluntario, aunque el costo pueda resultar elevado. La expectativa de mercado sugiere que la tasa podría ubicarse entre 20 y 25%. Si se convalida, no será necesariamente una señal de confianza, sino una forma de medir cuánto cuesta sostener la narrativa oficial.

Mientras tanto, en el escenario internacional, Japón vuelve a inquietar a los mercados. La depreciación del yen, los crecientes interrogantes sobre la sostenibilidad de su deuda pública y la falta de señales contundentes por parte del Banco Central de ese país colocan otra vez el foco sobre los riesgos sistémicos globales. En un mundo sobreendeudado, cualquier sacudón en una economía de peso puede amplificar el costo financiero para economías emergentes como la argentina.

Ese sobrecosto no es abstracto: el riesgo país local se mantiene en torno a los 666 puntos básicos, y aunque algunos analistas proyectan una baja en caso de que la licitación sea exitosa, incluso una mejora no resolvería el problema estructural: la Argentina paga tasas imposibles para sostener deuda en el largo plazo.

En el terreno social, los datos son contundentes. Más de la mitad de los hogares utiliza tarjetas de crédito para acceder a alimentos básicos. El crédito, lejos de ser motor de consumo, se convierte en una herramienta de subsistencia. Las cuotas ya no son para bienes durables: son para llenar la heladera.

La situación se agrava en sectores como la indumentaria, donde marcas locales aplican rebajas del 40 al 50% para competir con productos importados, principalmente de origen asiático, que ganan terreno en un mercado abierto pero deprimido. No se trata de promociones estacionales, sino de estrategias de supervivencia empresarial.

Mientras tanto, el dólar financiero se mantiene relativamente estable: el MEP cerró en $1.159, el contado con liquidación en $1.171 y el informal en torno a los $1.180-$1.190. Pero los ojos están puestos en los próximos 19 días: Caputo necesita al menos otros US$ 5.000 millones para cumplir compromisos clave, y la liquidación del agro no está ofreciendo el flujo esperado.

En resumen, mientras el mundo observa con creciente inquietud la evolución de Japón, la Argentina libra su propia batalla: entre la urgencia financiera del Tesoro, la fragilidad del consumo interno y una sociedad que ajusta cada vez más, no por elección, sino por necesidad.