Lionel Messi volvió a ser el salvavidas de un Inter Miami que parece no encontrar el rumbo. Cuando el partido parecía perdido, con el equipo 1-3 abajo a los 41 minutos del segundo tiempo, el argentino se encendió con un gol de tiro libre y una asistencia de caño para el 3-3 final ante Philadelphia Union, líder de la Conferencia Este de la MLS.
El empate fue un alivio tras una racha preocupante: cinco derrotas en los últimos siete partidos. Y aunque la reacción final mostró carácter, también expuso las carencias de un equipo que depende en exceso de lo que haga su número 10.
Durante buena parte del encuentro, Messi tuvo una actuación discreta. Errático con la pelota, aislado del circuito ofensivo y sin socios lúcidos, su influencia fue mínima hasta el desenlace. Incluso su primer remate al arco llegó recién a los 32 minutos. Inter, pese a dominar la posesión en la primera mitad (58%), no fue profundo ni punzante. Y su línea defensiva, otra vez, fue un punto débil.
Philadelphia aprovechó cada error. Abrió el marcador tras un córner mal defendido y amplió diferencias con otro tanto que evidenció las fallas en el juego aéreo de los de Fort Lauderdale. El israelí Tai Baribo, máximo goleador del torneo, castigó una mala salida de Luján con una definición implacable. Más tarde, volvería a aparecer libre para marcar el 3-1.
Ni Luis Suárez —lejos de su mejor forma— ni Jordi Alba ni Busquets lograron ofrecer respuestas. Tadeo Allende descontó tras una buena acción de Alba y abrió la esperanza. Messi hizo el resto: generó y convirtió un tiro libre magistral para el 2-3, y minutos después tiró un caño que se transformó en asistencia para Telasco Segovia, que definió con calidad para sellar la igualdad.
La celebración del cuerpo técnico, encabezado por Javier Mascherano, reflejó lo que significó el punto: más que un resultado, un alivio emocional. Porque Inter todavía no encuentra funcionamiento colectivo, ni soluciones en el banco, ni respuestas defensivas. Y por momentos, ni siquiera genera peligro.
El empate en Philadelphia no resuelve nada, pero al menos corta la caída. Y le recuerda a todos que, aunque sea en cuentagotas, Messi todavía puede cambiar partidos.