Boca Juniors se clasificó a los cuartos de final del Torneo Apertura tras vencer por penales a Lanús, 4-2, en La Bombonera, luego de igualar 0-0 en el tiempo reglamentario. Pero la clasificación, lejos de aliviar el clima, se dio en una noche atravesada por la tensión, el descontento del público y la desconfianza general.
El equipo de Mariano Herrón volvió a mostrar un rendimiento opaco, sin ideas claras ni generación de peligro. El empate sin goles reflejó lo poco que propusieron ambos conjuntos, en un trámite chato, sin emociones y casi sin llegadas. En las tribunas, el termómetro fue otro: el malestar se hizo sentir desde el comienzo con silbidos, reproches y cánticos contra los jugadores y la dirigencia, encabezada por Juan Román Riquelme.
Durante largos pasajes, la hinchada exigió actitud con reclamos encendidos. Incluso tras la clasificación, el equipo fue despedido con silbidos al abandonar el campo de juego.
En la definición desde los doce pasos, Boca encontró la diferencia: Agustín Marchesín contuvo el primer remate de Alexis Canelo, luego Lanús falló otro penal y Milton Giménez anotó el cuarto para sellar el 4-2 que desató un festejo contenido, más de desahogo que de euforia.
Boca avanza de fase, pero el malestar persiste. En cuartos lo espera Independiente o Independiente Rivadavia, mientras la interna con su gente parece estar lejos de resolverse.