Una vez más, el Congreso fue escenario de una maniobra que, lejos de buscar transparencia, muestra cómo el oficialismo y sus aliados trabajan para proteger al Presidente. Esta vez fue la Comisión Investigadora de $LIBRA la que quedó paralizada por una votación empatada, sin autoridades designadas. ¿El resultado? El mismo que tantas veces: dilación, encubrimiento y una oposición funcional.
La sesión terminó 14 a 14. Por un lado, Unión por la Patria, la Coalición Cívica, sectores del radicalismo no alineado, Encuentro Federal y la izquierda respaldaron a Sabrina Selva, diputada bonaerense, como presidenta de la comisión. Del otro lado, La Libertad Avanza, el PRO, el MID de Oscar Zago, los radicales alineados con el gobierno (los “con peluca”, como ya se los señala irónicamente) y dos representantes de Innovación Federal —un bloque que responde a gobernadores del norte— bloquearon su designación y postularon a Gabriel Bornoroni, cordobés oficialista que incluso votó en contra de la creación misma de la comisión.
Es decir: el gobierno propuso a presidir la comisión a un diputado que ni siquiera cree que deba existir. Un insulto a la inteligencia parlamentaria y a la democracia republicana.
La excusa fue empatar, demorar y convocar a un cuarto intermedio. Pero lo que realmente se consiguió fue vaciar de contenido un espacio que debería ser central para el control institucional de los negocios opacos del Ejecutivo. Con la complicidad de una oposición moderada que se muestra cada vez más indistinguible del oficialismo, el Gobierno volvió a ganar tiempo. Y en política, el tiempo es poder.
Mientras tanto, la investigación sobre $LIBRA —una operación financiera sospechosa con ramificaciones aún desconocidas— sigue estancada. El mensaje es claro: el oficialismo no quiere ser investigado. Y algunos sectores de la oposición tampoco.