Una combinación de paleontología, biotecnología e innovación creativa logró lo que hasta hace poco parecía impensado: el desarrollo del primer “cuero de dinosaurio” del mundo, recreado a partir del ADN del Tyrannosaurus rex. El proyecto está liderado por la empresa Lab-Grown Leather Ltd, en colaboración con The Organoid Company y la agencia creativa VML, y propone una alternativa revolucionaria al cuero animal tradicional.
Todo comenzó con un hallazgo realizado en 1988 en Montana, Estados Unidos, cuando paleontólogos descubrieron restos fosilizados de un T. rex en un estado de conservación inusual. Entre los tejidos endurecidos, un fragmento de colágeno —proteína esencial en la formación de la piel— fue extraído y conservado. A partir de ese material, los investigadores emprendieron una reconstrucción artificial de la secuencia completa de colágeno del dinosaurio.
El proceso involucró el uso de ingeniería genética para completar las partes faltantes y validar la estructura resultante comparándola con la de sus descendientes más cercanos: las aves modernas. Esa secuencia fue luego incorporada a cultivos celulares en laboratorio, lo que permitió generar una malla de tejido denso con características estructurales similares al cuero tradicional, pero sin necesidad de recurrir a ningún animal vivo.
Más allá del impacto mediático por su origen prehistórico, los impulsores del proyecto destacan su valor como una solución sustentable. La producción convencional de cuero animal está asociada al uso intensivo de agua, deforestación, emisión de contaminantes y productos químicos tóxicos como el cromo, utilizado en el proceso de curtido. En cambio, el cuero de dinosaurio cultivado en laboratorio promete ser biodegradable, trazable y libre de crueldad animal, además de producirse en entornos controlados con menor desperdicio.
Aunque el material aún se encuentra en fase de prueba, las primeras aplicaciones comerciales ya están en desarrollo. Se espera que en 2025 se lance una línea limitada de accesorios de lujo que funcionará como vitrina para mostrar el potencial del producto, con futuras proyecciones en industrias como la automotriz o el diseño de interiores.
El desarrollo no implica la resurrección de especies extintas, pero sí marca un antes y un después en la manera de concebir los materiales del futuro. En lugar de depender de la extracción de recursos naturales o prácticas éticamente cuestionables, la ciencia permite ahora crear objetos únicos, con una historia sorprendente detrás. Así, lo que parecía propio de la ciencia ficción, como en Jurassic Park, se convierte en una alternativa tangible y sustentable para la moda y la industria global.