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abril 27, 2025

Roma despide a Francisco: un adiós entre fe, silencio y memoria

La ciudad eterna vivió este sábado una jornada histórica y conmovedora. Con la Plaza de San Pedro colmada de fieles y el eco de las oraciones surcando el aire, Roma despidió a su Obispo, el Papa Francisco, en una ceremonia cargada de recogimiento y emoción. Entre aplausos espontáneos, lágrimas discretas y un silencio reverente, miles de peregrinos se reunieron para rendir homenaje al pontífice que, con su sencillez y cercanía, dejó una huella indeleble en la historia de la Iglesia.

La misa exequial, presidida por el cardenal Giovanni Battista Re, Decano del Colegio Cardenalicio, marcó el inicio de un adiós que trascendió lo litúrgico para convertirse en un testimonio colectivo de afecto. Luego de la ceremonia en la Plaza de San Pedro, el cortejo fúnebre recorrió la ciudad rumbo a la Basílica de Santa María la Mayor, uno de los lugares más entrañables para Francisco, donde sus restos descansarán conforme a su voluntad.

Las autoridades estiman que más de 150.000 personas acompañaron el paso del cortejo, testimoniando su devoción en cantos, oraciones y gestos de respeto. En paralelo, un operativo de seguridad sin precedentes resguardó cada instante del recorrido: cerca de 10.000 personas —entre policías, agentes de tránsito, voluntarios y personal sanitario— participaron en el dispositivo, complementado por tecnología de última generación para la vigilancia aérea y la prevención de incidentes.

Francotiradores, unidades especiales antiterroristas, drones de control y sistemas de bloqueo de comunicaciones protegieron discretamente la ceremonia, garantizando que el homenaje transcurriera en paz. Equipos médicos y logísticos, desplegados en puntos estratégicos, velaron por la seguridad y el bienestar de los asistentes.

El sepulcro de Francisco, de mármol claro, fue dispuesto en un rincón sereno de la nave lateral de Santa María la Mayor, cerca del altar de San Francisco y la venerada imagen de la Salus Populi Romani. Apenas una sencilla inscripción —«FRANCISCUS»— señala el lugar donde reposa el primer Papa latinoamericano, fiel a su estilo de humildad y cercanía.

Así, con solemnidad y profunda emoción, Roma despidió a un pastor que, como él mismo soñaba, caminó junto a su pueblo, sembrando gestos de misericordia y diálogo. Su legado, más allá de los muros vaticanos, queda sembrado en los corazones de millones que hoy, en silencio o en oración, dicen: gracias, Francisco.