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abril 27, 2025

Martínez viaja a Roma para elegir al sucesor de Francisco, el papa que le abrió las puertas del Vaticano

El cardenal Adalberto Martínez, figura histórica de la Iglesia paraguaya, emprenderá viaje este martes hacia Roma para participar del cónclave que elegirá al próximo Papa, tras la muerte de Francisco. Se convertirá así en el primer paraguayo en formar parte del Colegio Cardenalicio con derecho a voto en una elección papal, un hecho sin precedentes para su país y para la región. No se trata simplemente de una coincidencia o un giro del destino: fue el propio Jorge Mario Bergoglio quien, en agosto de 2022, lo nombró cardenal, dándole acceso a ese círculo íntimo y determinante del Vaticano, como parte de su impulso renovador dentro de la Iglesia.

La decisión de Francisco de otorgar a Martínez ese lugar tan significativo no fue aislada. Se inscribe en una relación de afecto mutuo y en la mirada pastoral que el pontífice argentino tuvo siempre hacia Paraguay. Su viaje al país en 2015 dejó una huella imborrable. En aquel entonces, no solo beatificó a Chiquitunga, una figura emblemática de la espiritualidad nacional, sino que recorrió lugares poco habituales para una visita papal, como los bañados de Asunción. Ese gesto reflejaba el espíritu que marcó su pontificado: una Iglesia en salida, preocupada por los más pobres y alejada del boato clerical. Su frase “hágan lío, pero organícenlo bien”, dirigida a los jóvenes, aún resuena como un llamado a la acción comprometida, mientras que su crudo “qué mentiroso que sos”, dirigido a la clase política, dejó al descubierto su aversión a la hipocresía del poder.

La relación de Francisco con Paraguay, sin embargo, tiene raíces más profundas. Cuando era sacerdote en las villas del conurbano bonaerense, convivió con una nutrida comunidad paraguaya, exiliada por razones económicas o políticas, y fue allí donde aprendió a querer sus costumbres, su religiosidad popular y, en particular, su devoción por la Virgen de Caacupé. También en esas experiencias nació su admiración por la fortaleza de las mujeres paraguayas, a quienes solía llamar “las más gloriosas de América”.

El nombramiento de Martínez como cardenal también tuvo implicancias dentro del delicado ajedrez interno del Vaticano. Su elección como representante paraguayo se dio de manera casi inmediata tras asumir como Arzobispo de Asunción, en reemplazo de Edmundo Valenzuela, quien respondía a una línea más conservadora dentro de la Iglesia local. Con esa designación, Francisco reafirmó su voluntad de ampliar la representatividad en la Curia y promover figuras afines a una mirada pastoral más comprometida con la realidad social de América Latina.

Con la muerte del Papa, la repercusión en Paraguay ha sido tan sentida como transversal. Desde temprano este lunes, la agenda política estuvo completamente atravesada por su partida. Dirigentes de todos los sectores, incluso los más enfrentados, coincidieron en los homenajes. Los expresidentes Horacio Cartes y Mario Abdo Benítez expresaron públicamente su pesar y agradecimiento por la figura de Francisco. Aunque aún no hay confirmación oficial, se especula con la posible asistencia del presidente Santiago Peña a los funerales que tendrán lugar en Roma.

Además de Martínez, otro cardenal vinculado estrechamente con Paraguay también participará del cónclave: Cristóbal López, español de nacimiento pero paraguayo por elección, actual arzobispo de Rabat en Marruecos. López expresó con emoción que con la muerte de Francisco “se ha ido un papá que nos amó”, subrayando así el vínculo especial que el pontífice mantuvo con su tierra adoptiva. Junto a Martínez, integrará el grupo de 137 cardenales que decidirán el futuro de la Iglesia, y que también podrían, eventualmente, ser considerados como candidatos a ocupar el trono de Pedro.

El viaje de Martínez a Roma no es solo un acto protocolar. Es el símbolo de una Iglesia paraguaya que, por primera vez en la historia, tendrá voz en la elección de su máximo líder. Pero es también un tributo vivo a quien le tendió la mano y le abrió las puertas del Vaticano. Y sobre todo, es una continuación del legado de Francisco, el Papa que no solo reformó estructuras, sino que tocó el corazón de millones con gestos simples y palabras profundas.

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