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abril 27, 2025

Francisco y la Argentina, porqué no volvió…

El vínculo de Francisco con su patria siempre estuvo marcado por la distancia física y la cercanía emocional. Tras abandonar Argentina en marzo de 2013 para asumir la sede de Pedro, Jorge Mario Bergoglio mantuvo un “corazoncito” puesto en su país: intercambios de cartas manuscritas con amigos como el activista Gustavo Vera, comentarios sobre fútbol y tango, y audiencias constantes para compatriotas en el Vaticano. Sin embargo, nunca concretó una visita: alegaba que regresaría solo cuando pudiera contribuir a “superar la grieta” y favorecer la unidad nacional.

La percepción de los argentinos pasó del entusiasmo inicial a un desencanto creciente. Poco después de su elección, el 91 % de la población lo veía favorablemente; en 2024 esta cifra había caído al 64 %, mientras las opiniones negativas subieron del 3 % al 30 %, según el Pew Research Center.
La ausencia de Francisco en medio de una crisis económica con inflación cercana al 300 % y pobreza en aumento agudizó la sensación de olvido entre parte de sus fieles, pese al apoyo incondicional que seguía recibiendo en el interior del país.

La división política argentina construyó en torno al pontífice otra grieta: muchos lo identificaron con el peronismo —o más concretamente con el kirchnerismo— pese a que él mismo negó toda afiliación partidaria: “Nunca estuve afiliado al partido peronista, ni milité ni simpatizé con él. Afirmar eso es una mentira”, afirmó en 2023.


Sus encuentros con figuras de todo el arco político —desde Cristina Fernández de Kirchner hasta Mauricio Macri y Javier Milei— alimentaron las críticas de la derecha, que lo bautizó “Francisco K”, y los elogios de quienes valoran en su mensaje la “justicia social” compartida con las raíces del peronismo.