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abril 28, 2025

Guerra de aranceles: Trump choca con la realidad del mercado

A pesar de la creciente escalada de aranceles entre las dos mayores economías del mundo, el presidente estadounidense Donald Trump insiste en mantener un tono «optimista» sobre la posibilidad de alcanzar un acuerdo comercial con China. Sin embargo, esta visión contrasta fuertemente con la palpable inestabilidad que sacude los mercados financieros y las contundentes represalias anunciadas desde Beijing.

La portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, intentó transmitir una imagen de fortaleza y control, declarando que «a China no le conviene seguir tomando represalias» y ensalzando la supuesta superioridad económica de Estados Unidos. Estas declaraciones se produjeron horas después de que el gigante asiático asestara un nuevo golpe a la balanza comercial bilateral, anunciando un significativo aumento de aranceles sobre productos estadounidenses, elevándolos hasta un astronómico 125 por ciento a partir de hoy, 12 de abril. Esta medida responde al incremento previo impuesto por Washington, que ya había situado los aranceles sobre bienes chinos en un gravoso 145 por ciento.

El gobierno chino no tardó en expresar su enérgica condena ante lo que considera una flagrante violación de las normas comerciales internacionales y una «política unilateral de acoso y coerción». El Ministerio de Finanzas chino, en un tono inusualmente directo, advirtió que no se prevén nuevos aumentos, pero reconoció que los niveles arancelarios actuales hacen económicamente inviable la importación de la mayoría de los productos estadounidenses. Un punto de inflexión que podría redefinir por completo la relación comercial entre ambos países.

Lejos de mostrar preocupación, el presidente Trump recurrió a su plataforma Truth Social para defender su estrategia arancelaria, calificándola de un rotundo éxito. «Nos está yendo muy bien con nuestra política de aranceles. ¡Muy emocionante para Estados Unidos y el mundo! Está avanzando rápidamente», proclamó, sin ofrecer detalles concretos sobre ese supuesto avance. La Casa Blanca añadió que, al margen del conflicto con China, otros quince países habrían presentado ofertas en el marco de una tregua arancelaria de 90 días que curiosamente excluye a Beijing, el principal actor en esta contienda comercial.

La portavoz Leavitt, fiel al discurso de mano dura, reiteró la postura presidencial: «Cuando Estados Unidos recibe un golpe, contraataca con más fuerza». Si bien evitó confirmar la existencia de contactos formales con el gobierno chino para desactivar la crisis, insistió en la confianza de Trump en alcanzar un acuerdo futuro. En un intento por proyectar poderío, Leavitt afirmó que socios internacionales «no han parado de llamar a Washington», alegando que «necesitan a Estados Unidos. Necesitan nuestros mercados. Necesitan a nuestros consumidores».

Desde la otra orilla, en Beijing, el presidente Xi Jinping rompió su silencio público sobre la escalada comercial, adoptando un tono desafiante al afirmar que su país «no tiene miedo». En un encuentro con el presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, Xi abogó por una postura conjunta de la Unión Europea y China para «resistir conjuntamente las prácticas de acoso unilateral», buscando así un frente común contra la presión estadounidense.

La creciente tensión no ha pasado desapercibida para los mercados. Los inversores reaccionaron con cautela, deshaciéndose de bonos del Tesoro estadounidense, provocando un debilitamiento del dólar y generando fuertes oscilaciones en las bolsas de valores a nivel global. A pesar de los crecientes temores de una posible recesión económica, Trump reiteró su optimismo el jueves, asegurando tener una buena relación personal con Xi y confiar en alcanzar un acuerdo beneficioso para ambas naciones.

Sin embargo, el análisis de los expertos pinta un panorama menos idílico. Economistas citados por la agencia AFP señalan que los niveles arancelarios alcanzados son «tan altos que ya no tienen sentido», sugiriendo que la lógica económica podría haber sido superada por la confrontación política. No obstante, reconocen la determinación de China a resistir «hasta donde sea necesario». La propia Reserva Federal de Estados Unidos ha emitido advertencias sobre un posible aumento de la inflación y una desaceleración del crecimiento económico como consecuencia directa de la actual política arancelaria.

En este complejo escenario, la Unión Europea ha optado por una postura de cautela, evitando hasta el momento la imposición de medidas retaliatorias similares. Sin embargo, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, dejó entrever en una entrevista con Financial Times que el bloque comunitario cuenta con «una amplia gama de contramedidas», incluyendo posibles sanciones dirigidas a los servicios digitales, lo que podría impactar directamente a las grandes empresas tecnológicas estadounidenses.

El próximo encuentro de alto nivel entre la UE y China, programado para julio y coincidiendo con el 50º aniversario de sus relaciones diplomáticas, se presenta como un momento clave para observar si se configura un nuevo equilibrio de poder en el escenario comercial global, en un contexto marcado por la incertidumbre y la creciente confrontación entre Washington y Beijing.