El anuncio del Fondo Monetario Internacional (FMI) sobre un acuerdo técnico con la Argentina por USD 20.000 millones llegó como un balón de oxígeno en medio de un escenario económico complejo, marcado por la volatilidad global y la urgencia de divisas. Sin embargo, detrás del alivio inicial, persisten interrogantes sobre la sostenibilidad del programa, especialmente en un contexto de tensiones comerciales internacionales y reservas críticas.
El acuerdo: Un «mástil» en la tormenta, pero con condiciones
El préstamo, que se extenderá por 48 meses, fue celebrado por economistas como un paso clave para asegurar los pagos inmediatos, en particular los vencimientos de junio. «Es un mástil al que agarrarse en medio de la tormenta», señaló Sebastián Menescaldi de Eco Go, aunque advirtió que el verdadero desafío está en el detalle: «El esquema cambiario y el plan para acumular reservas siguen siendo puntos ciegos».
Carlos Melconian, ex presidente del Banco Nación, calificó el acuerdo como «muy importante», pero recordó que el directorio del FMI aún debe analizar los números en un escenario global alterado por los aranceles de EE.UU. y la guerra comercial. «La vez pasada lo aprobaron pese a la guerra en Ucrania. Ahora habrá que ver si los cálculos resisten este nuevo shock», subrayó.
Las reservas: La asignatura pendiente
Aunque el respaldo del FMI mitiga el riesgo de default inmediato, la fragilidad de las reservas del Banco Central (BCRA) sigue siendo un talón de Aquiles. Ricardo Delgado, de Analytica, destacó que «la meta trimestral de acumulación de reservas será clave para entender el desembolso inicial». Mientras tanto, Claudio Caprarulo, de la misma consultora, alertó que «el drástico cambio en el contexto internacional podría diluir el impacto positivo del acuerdo».
En paralelo, el Gobierno evalúa alternativas para reforzar las reservas, como un nuevo REPO con bancos privados y la renegociación del swap con China por USD 5.000 millones que vence entre junio y 2026.
La incertidumbre global: ¿Un freno al optimismo?
El acuerdo llega en un momento de alta volatilidad financiera global, impulsada por las medidas proteccionistas de EE.UU. y el fantasma de la estanflación. Salvador Vitelli, de Romano Group, reconoció que «es una buena señal en un contexto muy negativo», pero destacó que «queda pendiente la letra chica y el tratamiento urgente del directorio».
En síntesis:
- El sí del FMI ofrece alivio financiero inmediato, pero no resuelve los problemas estructurales.
- Las reservas siguen en rojo, y el éxito del programa dependerá de metas creíbles.
- La coyuntura global añade presión: aranceles y recesión podrían limitar el margen de acción.
Mientras el oficialismo celebra un logro clave en su estrategia económica, los analistas insisten en que el verdadero examen comenzará después del desembolso: ¿Podrá la Argentina cumplir con las exigencias del FMI en un mundo cada vez más inestable?