La pulseada interna dentro del Frente de Todos alcanzó un punto de no retorno este lunes, cuando Cristina Kirchner, presidenta del Partido Justicialista, lanzó un mensaje contundente horas antes de que Axel Kicillof oficializara el desdoblamiento electoral en la provincia de Buenos Aires. «Si en Provincia dan por hecho el desdoblamiento, están rompiendo», advirtió la expresidenta, confirmando que, de concretarse la división de comicios, competirá como diputada provincial por la Tercera Sección.
El anuncio de Kicillof desde el Salón Dorado selló una ruptura que venía gestándose desde hace semanas, luego de que las negociaciones entre el gobernador, Máximo Kirchner y Sergio Massa fracasaran sin acuerdos. La decisión de separar las elecciones bonaerenses de las nacionales no solo profundiza la grieta en el oficialismo, sino que redefine el tablero político de cara a 2023 y, sobre todo, a 2027.
El último intento de unidad
Fuentes cercanas a Cristina revelaron que, durante la tarde del lunes, se cursó un ultimátum al entorno de Kicillof: si insistía con el desdoblamiento, se interpretaría como una ruptura. «Cristina quiere unidad en una sola elección», insistieron desde el Instituto Patria. Sin embargo, el gobernador ya había tomado su decisión, respaldado por un grupo de intendentes que buscan distanciarse del ala más dura del kirchnerismo.
El domingo, Máximo Kirchner ya había intentado sin éxito torcer el brazo de Kicillof en una reunión tensa, donde La Cámpora y el Frente Renovador propusieron mantener las elecciones el 26 de octubre, aunque con boletas separadas. La contrapropuesta no prosperó, y el lunes el oficialismo bonaerense optó por seguir su propio camino.
La estrategia de Cristina: ¿disciplina o batalla campal?
La postulación de Cristina en la Tercera Sección —que incluye distritos clave como La Matanza, Avellaneda y Quilmes— es leída como un movimiento para frenar el avance de Kicillof en el conurbano. «Con eso ella busca disciplinar», admitió un intendente opositor al ala más cercana a los Kirchner. «Si realmente termina postulándose, o nos aplasta o fortalece a Axel», agregó, en medio de rumores de que figuras como Ferraresi o Mussi podrían presentarse como candidatos testimoniales para contrarrestar su influencia.
Desde el entorno del gobernador, en tanto, acusan a La Cámpora de intentar un «golpe institucional» al pretender legislar las fechas electorales. Mientras tanto, ambos bandos ya se preparan para una guerra de narrativas: unos, responsabilizando al desdoblamiento por la fractura; otros, señalando a los kirchneristas de obstruir la autonomía provincial.
El escenario que viene: ¿elecciones en modo guerra civil peronista?
Con el PJ dividido y el Frente de Todos en terapia intensiva, la pregunta ahora es si Cristina concretará su candidatura o si el anuncio fue solo una advertencia. Lo cierto es que, con cada bando cavando trincheras, la pulseada ya no es solo por el cronograma electoral, sino por quién controlará el peronismo bonaerense de cara a los próximos años.
Mientras Kicillof apuesta a consolidar su liderazgo fuera de la órbita kirchnerista, Cristina juega sus fichas en el territorio que siempre fue bastión del movimiento. El resultado de esta pulseada podría redefinir no solo las elecciones de este año, sino el futuro mismo del espacio oficialista.