Con más dudas que certezas, el Gobierno de Javier Milei activó una ronda de Zooms con gobernadores para intentar sumar respaldos a su nueva cruzada económica: sacar los dólares del colchón, un eufemismo para lo que en términos prácticos es un blanqueo. El “Plan de Reparación Histórica de los Ahorros de los Argentinos” —nombre de fantasía con poca precisión técnica y mucho marketing— fue presentado en dos videoconferencias breves, donde las presencias y ausencias dijeron más que las exposiciones.
El ministro Luis “Toto” Caputo, acompañado por el jefe de Gabinete Guillermo Francos y el funcionario aduanero Juan Pazo, se encargó de explicar la letra chica del proyecto. Según la Casa Rosada, la recepción fue “positiva”. Aunque lo cierto es que, de 24 gobernadores, hubo notorias ausencias que marcaron el pulso político real de la propuesta.
No se conectaron ni Axel Kicillof (Buenos Aires), ni Jorge Macri (CABA), ni Maximiliano Pullaro (Santa Fe), ni Gildo Insfrán (Formosa), ni Gustavo Melella (Tierra del Fuego), entre otros. En algunos casos, como el de Pullaro, directamente se cuestiona el fondo del proyecto: el temor es que el blanqueo termine lavando dinero narco bajo la excusa de “regularizar ahorros”.
En la Ciudad de Buenos Aires, el cortocircuito con Milei quedó expuesto el último domingo, cuando el Presidente evitó saludar al jefe de Gobierno porteño en un acto público. Un detalle menor en lo protocolar, pero simbólico en lo político: Milei no construye puentes, los dinamita.
Entre los presentes, sí estuvieron mandatarios de distinto signo político, desde el radical Alfredo Cornejo (Mendoza) hasta el peronista Raúl Jalil (Catamarca), pasando por Alberto Weretilneck (Río Negro) y Rolando Figueroa (Neuquén). Pero no todos enviaron a sus gobernadores: Córdoba y Entre Ríos, por ejemplo, optaron por mandar ministros.
El plan, que Caputo presentó como una herramienta para canalizar los dólares informales hacia el circuito legal y fomentar el consumo en moneda extranjera, aún no ingresó al Congreso y no cuenta por ahora con respaldo legislativo asegurado. Por eso, este primer gesto con los mandatarios provinciales fue más un sondeo de clima político que una búsqueda real de consensos.
Mientras el país atraviesa una recesión profunda y el Gobierno insiste con una agenda de desregulación y dolarización de facto, el plan para blanquear dólares en un contexto de ajuste y caída del poder adquisitivo puede sonar, para muchos, como una forma de legalizar la desigualdad. El mensaje es claro: quienes pudieron ahorrar (o esconder) dólares, ahora podrán gastarlos tranquilos.
La pregunta que queda flotando es quién se beneficia más con esta medida. Y si este intento de “seducción” a los gobernadores es una verdadera política económica o apenas otro capítulo del show libertario donde las formas importan más que los resultados.