La jueza Julieta Makintach, integrante del Tribunal Oral en lo Criminal N.º 3 de San Isidro, quedó en el centro de una tormenta institucional tras ser acusada de haber facilitado la grabación de un documental sobre el juicio por la muerte de Diego Maradona. Pese a los pedidos de recusación de varias partes y las severas críticas internas del propio tribunal, la magistrada decidió este martes continuar al frente del proceso, afirmando que “no hay razón que justifique su apartamiento”.
“No voy a dar lugar a la nulidad de este debate porque no hay remota sospecha de parcialidad”, dijo Makintach al iniciar la audiencia, mientras se acumulan cuestionamientos no sólo de las defensas, sino también de las querellas y hasta de sus colegas del tribunal. La jueza se definió como víctima de “acoso” y aseguró que su imagen fue “arrasada”, aunque reconoció que la situación generada por la filmación fue “torpe” y “desprolija”, dejando abierta la posibilidad de una sanción administrativa.
La polémica estalló el 15 de mayo, cuando el abogado del médico imputado Leopoldo Luque, Julio Rivas, denunció la participación de la jueza en el proyecto audiovisual y pidió su recusación por pérdida de imparcialidad. A esto se sumaron denuncias penales presentadas por los abogados de la querella, Fernando Burlando y Mario Baudry. Como consecuencia, el juicio fue suspendido durante una semana y se abrió una investigación interna sobre lo ocurrido.
El hecho de que personas ajenas al tribunal hayan sido autorizadas a ingresar a las audiencias para filmar —presuntamente por decisión unilateral de Makintach— dejó expuesto un nivel de informalidad alarmante en un juicio de alto perfil público y sensibilidad social.
Pero la fractura institucional se profundizó aún más este martes, cuando los otros dos jueces del tribunal, Maximiliano Savarino y Verónica Di Tomasso, se desmarcaron abiertamente de su colega, afirmando que no sabían nada del ingreso del equipo de filmación. “Hay dos personas que sabían que se estaban tomando esas imágenes: el que las estaba tomando y el que las autorizó a tomarlas”, dijo Di Tomasso con firmeza, en alusión directa a Makintach.
El juicio ya lleva 19 audiencias y más de 40 testigos, incluidas las hijas de Maradona, lo que hace aún más delicada la posibilidad de anular todo lo actuado. Sin embargo, la continuidad del proceso está ahora bajo revisión, en medio de un clima de desconfianza, daño institucional y posibles nulidades.
Más allá del desenlace inmediato, el caso pone en evidencia la fragilidad del sistema judicial argentino cuando se ve atravesado por el espectáculo, la presión mediática y los egos personales. Y deja una pregunta de fondo: ¿puede haber justicia cuando quienes deben impartirla están enfrentados entre sí?