Argentina ha irrumpido en el escenario energético global con un desarrollo que podría redefinir el futuro de la generación eléctrica: el microrreactor nuclear N1, un avance tecnológico creado por Santiago Badrán, ingeniero egresado de la UTN y fundador de Nuclearis. Se trata de una unidad nuclear modular, compacta, autónoma y portátil que —según sus creadores— posiciona al país en la vanguardia de la energía limpia, descentralizada y segura.
El anuncio llega tras la presentación del Plan Nuclear Argentino a fines de 2024 por parte del presidente Javier Milei, quien definió la apuesta como estratégica: “Después de décadas de declive, la energía nuclear tendrá su retorno triunfal y nosotros no nos vamos a quedar atrás”, dijo. Además, remarcó la ventaja de contar con vastos recursos energéticos y un capital humano técnico capacitado, especialmente en regiones como la Patagonia, que podrían convertirse en polos de servidores alimentados por energía nuclear para inteligencia artificial.
Qué es el microrreactor N1
El reactor N1 es un reactor de agua presurizada (PWR) de 17 MW eléctricos y 42 MW térmicos, diseñado para operar durante 20 años sin recarga de combustible. Su potencia es suficiente para abastecer a una ciudad de hasta 50.000 habitantes, y su sistema de refrigeración se basa en un circuito cerrado de radiadores y ventiladores, lo que le permite funcionar sin necesidad de grandes fuentes de agua cercanas, a diferencia de los reactores tradicionales.
Además, su diseño modular y su tamaño compacto —ocupa menos de 450 m²— lo hacen apto para ser fabricado completamente en una gigafactoría y luego transportado por camión o barco hasta su lugar de operación. Esto lo convierte en una solución energética concreta para zonas aisladas, industrias mineras, bases científicas, o proyectos de infraestructura donde no llegan las redes convencionales.
Seguridad y disposición del combustible
Al finalizar su vida útil, el combustible gastado se almacenará en silos secos verticales, una técnica que busca minimizar los riesgos y el mantenimiento. Este diseño refuerza la idea de un reactor autónomo que no requiere intervención constante, bajando también los costos operativos.
¿Por qué es revolucionario?
Este desarrollo es una pieza clave dentro de la llamada energía nuclear de nueva generación: modular, distribuida y adaptable. Países como EE.UU., Canadá y Francia ya invierten en tecnologías similares. La diferencia es que, con el microrreactor N1, Argentina logra posicionarse como uno de los primeros países del hemisferio sur en presentar una solución de este tipo, con potencial para exportación y aplicación nacional.
Más allá de la energía
En paralelo, Milei ya ha anticipado la posibilidad de usar energía nuclear para alimentar servidores de inteligencia artificial (IA), uniendo dos de las tecnologías más potentes —y controvertidas— del siglo XXI. De concretarse, la iniciativa permitiría crear un polo tecnológico y energético sin precedentes en la región.
Conclusión: Argentina no solo está apostando por la energía nuclear como respuesta a las demandas del futuro, sino que busca liderar esa transición con un producto propio, compacto, y de alto impacto estratégico. El microrreactor N1 representa una síntesis de innovación, soberanía tecnológica y visión a largo plazo, en un contexto global donde la energía vuelve a ser un eje de poder.