El próximo cónclave que se celebrará en el Vaticano pasará a la historia como el más internacional desde que existe el Colegio Cardenalicio. Con 133 cardenales con derecho a voto —todos menores de 80 años— y representando a 71 países diferentes, la Iglesia católica se prepara para una elección marcada por la diversidad geográfica y cultural.
Este miércoles se abrirán las puertas de la Capilla Sixtina, el escenario sagrado donde los purpurados decidirán el nombre del próximo Papa. Para alcanzar el papado, se necesitará el respaldo de al menos dos tercios de los votantes, es decir, 89 votos.
Aunque no existen lineamientos que obliguen a los cardenales a votar según su región, su origen geográfico suele reflejarse en las prioridades pastorales que llevan al cónclave. No es lo mismo la mirada de un cardenal europeo a cargo de una archidiócesis con centenares de sacerdotes que la de su par en Asia Central o Medio Oriente, donde ser cristiano aún representa un riesgo personal.
La distribución continental sigue mostrando la preeminencia histórica de Europa, con 52 cardenales electores, seguida por Asia y Medio Oriente con 23, África con 17 (aunque se esperaban 18), América del Sur con 17, América del Norte con 16, América Central con 4 y Oceanía también con 4. Dos cardenales —uno africano y uno europeo— no participarán por problemas de salud.
Entre los países con más representantes destacan Italia (17), Estados Unidos (10), Brasil (7), Francia y España (5), seguidos por Argentina, Canadá, India, Polonia y Portugal con 4 cardenales cada uno. En total, América Latina cuenta con 21 cardenales votantes, una cifra que podría incidir en la discusión sobre el rumbo social y teológico que tomará la Iglesia.
Este cónclave se desarrollará bajo la sombra del fallecimiento del papa Francisco, cuyo pontificado dejó una huella marcada por la búsqueda de una Iglesia más inclusiva, austera y volcada hacia los márgenes del mundo. En ese sentido, muchos observadores interpretan esta elección como una bisagra: entre continuar el rumbo reformista o un eventual viraje más conservador.
Más allá del nombre que emerja del encierro en la Capilla Sixtina, el perfil internacional del Colegio Cardenalicio refleja un hecho irreversible: la Iglesia ya no es solo romana. Es, cada vez más, global.