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mayo 8, 2025

Trump desplazó a su asesor de Seguridad Nacional tras un nuevo escándalo interno y designó a Marco Rubio como reemplazo interino


Waltz, debilitado por una filtración sensible, fue enviado a la ONU en una maniobra que refuerza el control ideológico del Consejo de Seguridad Nacional. El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, removió a su asesor de Seguridad Nacional, Michael Waltz, en medio de un nuevo episodio de filtraciones internas que volvió a exponer el manejo laxo de información sensible dentro de la Casa Blanca. El excongresista por Florida fue desplazado tras quedar en el centro de una polémica por incluir por error a un periodista en una conversación clasificada sobre operaciones militares en Yemen. Como salida lateral, Trump lo designó embajador ante las Naciones Unidas. Su cargo será ocupado de forma interina por el actual secretario de Estado, Marco Rubio.

El episodio, que circuló con el nombre de “Signalgate”, sumó presión sobre una figura que ya había perdido visibilidad en el entorno presidencial. Waltz, que mantenía posturas más alineadas con el intervencionismo clásico del Partido Republicano, venía siendo desplazado en una Casa Blanca donde la prioridad pasó a ser la lealtad personal y la coherencia con el discurso “Estados Unidos Primero”, ahora en su versión más radicalizada.

La salida de Waltz ocurre en el marco de una limpieza más amplia dentro del Consejo de Seguridad Nacional, impulsada desde el círculo íntimo de Trump. Voces del entorno de la jefa de gabinete, Susie Wiles, confirmaron que el presidente no solo busca evitar nuevas filtraciones, sino también cerrar filas en torno a un equipo más homogéneo desde el punto de vista ideológico. Incluso la activista Laura Loomer habría presionado para eliminar a funcionarios con vínculos con administraciones anteriores o con el ala “neocon” del partido.

Aunque Trump elogió públicamente a Waltz en su red Truth Social, el despido —como en otros casos— fue más abrupto que protocolar. En un acto reciente en la Casa Blanca, omitió mencionarlo entre los funcionarios destacados. El futuro de Alex Wong, segundo de Waltz y vinculado al establishment republicano, también es incierto.

En el fondo, la caída de Waltz revela una disputa más amplia por el rumbo de la política exterior estadounidense. Mientras el ahora exasesor apoyaba una línea de contención hacia Irán, Rusia y China, e insistía en mantener la asistencia militar a Ucrania, el entorno de Trump impulsa una retirada de esos frentes y una política exterior más introspectiva, cada vez menos institucional y más guiada por el oportunismo político.